El bosque de cenizas es mi angustia,
el bosque de cenizas es mi ansiedad,
el bosque de cenizas son mis miedos,
el bosque de cenizas son mis sueños rotos.
1
La carretera está vacía. Llevamos ya casi media hora en ella y apenas
nos hemos cruzado con dos o tres coches. La ventanilla abierta deja entrar el viento fresco, un viento puro
y limpio en comparación con el de la ciudad. La temperatura de este también es más baja
desde que dejamos atrás el área metropolitana. Si algo me resulta extraño es que no se
haya quejado aún del frío (Siempre lo hace).
Las palabras aparecen al igual que los otros
vehículos por la carretera. Además, al igual que ellos, no me importan una mierda. En ocasiones
como esta no me apetece hablar, creo que eso es normal ¿no? Aunque siendo sincero conmigo mismo, las
ocasiones como esta cada vez son más, y sospecho que esa es una de las razones por la que estoy
encerrado en este coche. Al menos disfruto de la conducción y del viento, hacía tiempo que no
valoraba los golpes de este en la cara, sus salvajes caricias en mi pelo. Esta buena sensación dura
poco, el silencio cada vez es más aparatoso, crece y me inmoviliza lentamente. Donde más me
afecta es en el cuello, no puedo ni girarlo. Con esfuerzo y con la mandíbula temblando consigo mirar de
reojo. Allí, a mi lado, está ella, tarareando...Hum...La radio está encendida...
El
silencio ensordecedor no me dejaba escucharla. Apenas puedo apreciar la canción que suena. Si no
fuese por el canturreo de Bárbara ni cuenta me daría. Ella hace que siga conectado al mundo,
tal vez por eso, a veces, la odio.
El viento frío me corta los labios y los nervios hacen que me los
muerda. No se porqué estoy nervioso... Desde hace tiempo siempre lo estoy. Si fuese sincero conmigo
mismo diría que este viaje me da miedo. ¿Es acaso un fin de semana de descanso, una escapada
trivial y puramente lúdica? ¿Un encubierto ultimátum a la relación? ¿Un
retiro para intentar encontrar la inspiración de nuevo? No me inclino hacía ninguna de las
opciones, y no por qué no se acerquen a la realidad, que va, solo porqué si fuese sincero
conmigo mismo sabría que todas me dan miedo por una razón u otra. Y lo último que voy a
hacer es enfrentarme a mis miedos. Ni a mi ansiedad.
Y de mis nervios, pues bueno, hoy me siento
especialmente extraño. Ya desde el despertar tenía los músculos más entumecidos
que de costumbre, la nariz más irritada y un gran picor en los ojos. Del dolor de cabeza prefiero ni
hablar. (El muy cabrón ya tiene vida propia). Todo esto puede hacer que esté más
taciturno que de normal, pero supongo que el viaje, este maldito viaje, es lo que hace que se me acelere el
pulso. Ni los dolores, resaca, la falta de inspiración, ni siquiera...ni siquiera...
⎯ ¿Estás bien cariño?⎯ Espeta Bárbara
de golpe. ⎯ Llevas un buen rato callado ¡y estás temblando! Baja la ventanilla, Charli,
va, ya tendremos tiempo de disfrutar del aire fresco.⎯ Ella sonríe dulcemente al
pronunciar estas palabras. Su dulce sonrisa...ya ni eso me devuelve a la normalidad. Ya vuelvo a escuchar la
radio, nunca volveré a estar bien, pero me he relajado con su sonrisa, con sus palabras, por banales
que puedan ser. Escucho los ronquidos de nuestra perrita Lluna y me doy cuenta de que al final de la
carretera el sol está cayendo. El cielo rosáceo contrasta con las bandadas de pájaros
que vuelan hacía algún lugar. Ahora todo me la suda, pero no como normalmente. Ahora mismo no
me da miedo lo que pase en el siguiente momento que viene a por mí. Ahora mismo nada me da
miedo.
2
El fuerte viento parece que solo pueda traer cosas buenas. Sin saberlo, el simple hecho de quedarnos fuera fumando y mirando al infinito la montaña con forma de cara ya hace que el viaje haya valido la pena. Que buena sensación esta. Hacía tiempo que no me sentía tan relajado. Bárbara y yo, Lluna corriendo, una pizza y unas birras. Nada más. Como si la tensión y los problemas nunca hubiesen existido. Es obvio que siguen ahí, acechándome, y el más mínimo ruido inesperado hace que despierte y vuelva a existir, vuelva a ser yo. Pero (ya) no quiero ocuparme de eso, de mí, ni de nadie. Vámonos a dormir, Mañana será otro día.
3
Me despierto. Vuelvo a la vida, pobre desgraciado. Mi cara es un nido de mocos y fluidos. Como cada mañana al abrir los ojos, tomo conciencia de mi mísera vida y lo único que parece estar vivo en mi es la polla que amanece erecta y no se porqué. Seguro que hay una explicación científica para este fenómeno pero prefiero pensar que es una parte de mi que lucha por seguir vivo y se manifiesta a través del sexo porque joder ¿qué es más importante para un humano que el sexo? En mi caso no es así. Para mí solo hay una cosa importante en esta vida y es algo que me quita el sueño y las ganas de seguir en pie y despertar día tras día. La enfermedad, ya que mi vida está enferma, al igual que todo lo que hago. El ser humano está enfermo y yo cada mañana me enfermo un poco más por el simple hecho de despertarme. A veces pienso que todo el mundo en el que vivo lo está. Solo abrir la puerta de casa me encuentro una cría de pájaro muerta. Todo lo que pasa a mi alrededor me da la razón. Seguro que ha sido Lluna, perra bastarda. !Eh Lluna, ven aquí! !Vamos, ven aquí! Antes de que pueda echarle la culpa por toda la mierda que hay en mi cabeza aparece Bárbara y se pone entre los dos. Que si estás loco, que sí Lluna ha pasado toda la noche dentro y es imposible que haya sido ella, que aún así es algo normal en un animal. Joder. Si, estoy loco, déjame en paz.
Me siento detrás de la casa, bajo un árbol. El viento es más débil por la mañana, más sutil. Aún así me tranquiliza como hacía tiempo nada lo hacía. Solo estar con Bárbara me produce la misma sensación de quietud y ya ni eso. Ella, siempre risueña, optimista, no porqué nada le afecte sino porqué nada puede con ella, es el antagonismo a mí, al menos en lo que al arte se refiere. Sus pinturas, llenas de vida y a la vez sufrimiento, son un vivo retrato de cómo ella siente las cosas que pasan a su alrededor, con alegría pero siempre teniendo en cuenta la realidad y sin evadirse demasiado. Mi arte en cambio es ¿Como podría definirlo? Es inexistente. Si, inexistente. Hace tanto tiempo que no acabo nada que ya ni lo empiezo. Es un tópico, pero me da pánico la página en blanco. Que sea tópico no significa que no sea verdad, eso lo tengo claro. Hoy me siento bien, mejor que de costumbre y creo que es un buen momento para adentrarme en la tortuosa aventura de escribir. Es sentarme delante del papel y perder la concentración en un momento. Siempre me costó concentrarme, pero cada vez va a peor. Cada día que pasa me siento más abstraído. Más en otro mundo. Quiero escribir mi gran novela, se que puedo, pero, tantos años sin hacer avances me hunden. Casi no tengo nada escrito, a parte de notas sin sentido escritas en momentos que rozan la psicopatía. Cuanto más rato paso enfrente del papel más nervioso me pongo. Empiezo a darme cuenta de que estoy apretando tanto el bolígrafo que me duelen los dedos. El tapón ya está mordisqueado y mi pierna derecha no para de moverse. Joder, necesito una cerveza, o mejor un wisky. Tal vez sea demasiado pronto.
⎯ Cariño, ¿vamos a dar un paseo por el bosque?⎯ No le respondo. ¿Es que no se da cuenta? Siempre hace lo mismo.
⎯ No ves que estoy intentando concentrarme, joder...⎯ Se queda callada tras de mí.⎯ Barb, cariño.
⎯ Ni cariño ni pollas. ¿Qué coño te pasa Charli? ¿Que te estoy interrumpiendo? No te preocupes, que te den, me voy a pasear con Lluna.
⎯ No, Bárbara, disculpa, ya sabes como me pongo a veces. Vamos, ya conduzco yo.
⎯ Vale, pero deja de comportarte como un capullo. Vamos a intentar disfrutar de la naturaleza, puede que encontremos la inspiración.⎯ Como un capullo dice...la inspiración....
⎯ Me dijeron que estaba pasado este pueblo.⎯ Con esta frase Bárbara rompe el silencio que ha imperado durante todo el trayecto. ¿Qué más dará pasear por este bosque que por el de al lado de la casa?
Ya hemos llegado al supuesto pueblo, son 4 casas con la carretera que lo cruza, en un momento acaban las construcciones y se empieza ver grandes pinos verdes y fuertes. Él espectáculo cromático llega pronto a su fin cuando de golpe el espeso verde se convierte en negro y gris. El coche sigue en silencio. Parece que hayamos enmudecido. La escala de colores varia del gris blanquecino al negro más oscuro. Contrasta con el radiante sol y el despejado cielo azul. Rompo el silencio de la forma que más odio: para decir algo banal y que es obvio.
⎯ Parece que se ha quemado.
Bárbara asiente compungida. Es como si también hubiésemos ardido. Somos un montón de cenizas esperando a ser dispersadas por el viento. Solo se oye a Lluna respirar, es lo único vivo ahora mismo. Aparcamos y, aún en silencio nos adentramos en el bosque como si inconscientemente buscáramos algo. El viento levanta suavemente los montones de ceniza y se arremolina solitario allá por donde vamos. Los árboles, calcinados todos, parecen de mentira, de decoración. Lluna corre y corre, desaparece a lo lejos y vuelve a aparecer al rato por detrás nuestro, se está poniendo perdida. Su largo y negro pelo va cogiendo un tono gris blanquecino, fantasmagórico. Lo único que sigue teniendo un color vivo es su larga lengua roja, siempre fuera. El azul cielo parece que haya desaparecido al entrar al bosque para volverse también ceniza. El viento es cada vez más fuerte. Seguimos andando. Al final del camino se ve una silueta rechoncha que se dirige hacía nosotros.
⎯ Preguntémosle si sabe que ha pasado aquí ⎯ Dice Barb.
⎯ Bueno, está claro que se ha quemado.⎯ Otra obviedad que sale de mi boca. Barb hace como que no me escucha.
⎯ Hola, bon dia señora ¿que sabe lo que ha pasado aquí?
⎯ Hola hija, ¿no sois de por aquí verdad? Ya se nota. Este bosque se quema cada lustro por el mes de Marzo. Algunos te dirán que está maldito, y yo me lo creo. Aquí no crece la vida, y aún así, lo quemado vuelve a arder siempre. Dicen que un alma en pena recorre la zona. La leyenda se remonta a hace mucho sabéis. Este bosque era famoso por la magia y la espiritualidad de la cual está impregnada y el lugar que el espíritu del bosque un día ocupó, ahora le pertenece a ella. Se dice que es un simple hombre, otros piensan que así es como se nos manifiesta.⎯ El viento es cada vez más fuerte, pequeñas gotas de agua empiezan a caer.
⎯ Bárbara, deberíamos irnos a casa.
⎯ Si, hijo, tienes razón, marchaos antes de que apriete, vamos, no querréis estar aquí cuando comience la tormenta.
⎯ ¿Y usted? ¿No viene?
⎯ Yo vivo al otro lado del bosque, al final de este camino. Supongo que vuestro coche es el que está aparcado al lado de la carretera principal. Lo he visto antes. Coged este otro camino y llegaréis más rápido. Adiós hijos, y no os salgáis del camino, vamos, vamos ¡arreando!
La señora se marcha, en un momento ha desaparecido. El viento ya no acaricia las cenizas, ahora las levanta y nos ataca con ellas, la lluvia las fija sobre nuestra piel y nuestra ropa. La mezcla de barro y hojas quemadas dificulta los movimientos, lo que hace un momento era un sencillo camino se va complicando. Tenemos que salir de aquí. Siento una opresión en el pecho cada vez mayor, es como si todo el bosque me pisara el tórax y no me dejase respirar.
⎯ Ah...Ah....Vamos...Bárbara vamos...¡Vamos!
⎯ Ahh...Ahhh...Aaahh... La fatiga se ha apoderado de mi cuerpo, no puedo pensar, me falta el oxígeno, empiezo a hiperventilar. Ahh...Ahhh...Ahhh... Ya estoy en el coche, mecánicamente y sin ser consciente entro, enciendo el coche y casi sin cerciorarme de que Bárbara también está dentro, a salvo. Arranco y conduzco como un loco. Como nunca había hecho. Vuelvo por el camino de cabras que nos lleva a la carretera. Nervios y ansiedad es de lo único de lo que estoy hecho ahora mismo. Podría conducir así, sin ser consciente, hasta la puerta del infierno.(no me acaba de gustar) Me despierta el grito de Bárbara, sus brazos zarandeándome y haciéndome perder el control del volante.
⎯ ¡Joder Charli! ¡Charli!.
No para de darme golpes y sollozar.
⎯ ¡Lluna! ¿Donde está Lluna joder? ¡Hazme caso!
Me cago en dios, la perra. Frenazo. Vuelta de 180 grados y el coche acelera a toda ostia. ¿Como coño nos hemos podido olvidar de ella? ¿Qué acaba de pasar allí? Joder, joder, joder. El temporal va a peor, llegamos al bosque y no se ve nada. Las cenizas, mezcladas con el barro y empujadas por el viento levantan un gran manto que nos vuelve ciegos. Cada paso es una incertidumbre. Gritamos. Lloramos. Seguimos gritando. Nuestros brazos intentan abarcar el bosque, nuestras piernas empiezan a desfallecer. Nunca la encontraremos. Bárbara. Bárbara. ¿Dónde estás? Ha vuelto la ansiedad. Ahora soy consciente de mi estado. Soy un desecho. Con gusto me abandonaría al bosque, a la tormenta, a las cenizas, a la muerte. Cegado del todo, deambulo sin rumbo y haciendo inútiles aspavientos. Escucho el llanto de Bárbara y me suena a gloria. A tientas llego hasta ella, grito, no puedo más.
⎯ ¡Bárbara! ¡Tenemos que irnos!
Realmente pienso que si no nos vamos, moriremos aquí. Entre patadas y empujones, con toda su resistencia en contra, logro llevarla al coche. Una vez en marcha, ella se apaga por completo. Es como si solo quedara su cuerpo, la mirada perdida, hacia el suelo, desconsolada. ¿Cómo ha podido pasar? Lluna. Lluna. ¿Qué te ha pasado Lluna?
4
Ya hemos llegado. Ninguno de los dos se mueve. Soy incapaz de hacerlo. Soy incapaz de seguir con esto. No se ni como he podido conducir hasta casa. El miedo me ha hecho seguir, pero ahora que sé que estoy a salvo ya no puedo más. Bárbara sigue en shock. Por un momento mi vida y mis problemas pasan a un segundo plano. Lloro. Lloro por Lluna porqué nunca he sido capaz de llorar por mí. Miro a Barb y pienso que también la he perdido a ella.
Una sombra negra pasa rápidamente al lado del coche y me despierta de golpe. No logro ver nada. Tampoco digo nada. Lo primero en lo que pienso es en ella, en Lluna, pero no quiero herir a Bárbara. Un ruido, algo veloz pasa por detrás del coche. Joder. Salgo y miro hacia la casa. Tengo que apoyarme, me duele mucho la cabeza y estoy mareado. Ando el camino hacia la entrada como puedo y ahí está. Lluna. Mil pensamientos en mi cabeza y en mi cara una reacción indescriptible. Alegría esquizofrénica. ¿Como puede ser? Si... Si el bosque... Se me empieza a nublar la vista. Me acerco a duras penas e intento abrazarla. Mis rodillas chocan contra el suelo y noto su fino pelo entre mis dedos y no hay restos de ceniza. Mis manos grisáceas se funden en ella. Su lengua fuera. Su mirada tranquila y segura. Nunca había estado tan a gusto estando tan incómodo. Este momento...
⎯ ¡Barb! ¡Bárbara!
Entre lágrimas, las cuales ya no distinguen emociones, llego al coche y saco a Bárbara. ¡Mira! ¡Es Lluna! ¡Lluna! ¡Está aquí!
5
No puedo ni abrir los ojos. Tengo las mejillas resecas a causa de las lágrimas. Consigo ver a Bárbara, a mi lado, acariciando a Lluna. La cara de Barb es todo serenidad y quietud. De mi no se puede decir lo mismo, estoy seguro. Ayer nos quedamos dormidos en el suelo del comedor. Me giro para volver a dormir y despierto al rato sin saber cuánto tiempo ha pasado. Bárbara está en la ducha y Lluna sigue allí en el comedor, pero sentada en el sofá, mirándome. Mientras hago el desayuno me siento más relajado, aún así la ansiedad no se ha marchado del todo. ¿Qué demonios pasó ayer? Me cago en dios, los recuerdos que tengo están borrosos, no sé ni cómo llegamos a casa. ¿Cómo puedo llegar ella sola? No quiero ni pensarlo. Mientras espero a que el agua acabe de hervir, miro a Lluna. Ella sigue mirándome fijamente. He de reconocer que antes me sentía un poco intimidado por ella y esas miradas que me echa.
⎯ ¿Como coño llegaste hasta casa? No piensas decirlo verdad...⎯
Hay un buen trecho hasta aquí, y llegó antes que nosotros, me parece muy raro. Recuerdo bien una cosa. El abrazo. Cuando la abracé nada más verla, parecía que estaba limpia, y yo aún tengo ceniza impregnada por todas partes. Esta ceniza. Ceniza impregnada en mis dedos como si fuese pintura de alguna tribu arcaica. Todas estas dudas se las suelto a Bárbara solo salir de la ducha.
⎯ ¿Qué piensas sobre esto? Creo que es muy sospechoso. No puede ser.
⎯ Charli cariño por que te pones ahora a sospechar de esta manera tan violenta.⎯ Tan violenta me espeta en la cara, tan violenta...
⎯ ¿Como que tan violenta? Es que no te quieres dar cuenta de nada o que. Siempre tengo yo la culpa, siempre soy el violento. Y, y esa perra ¡deja de mirarme así!
⎯ Pero que coño te está pasando ¡estás enfermo! ¡Déjala en paz! Vamos afuera Lluna, vamos. Mira tío, solo te voy a decir una cosa, ayer pensaba que perdía a lo que más quiero en este mundo(?) y ahora me vienes con estas. Deja tus mierdas de escritor de pacotilla y filósofo majadero. Estamos sanos y salvos. Y nuestra pequeña supo cómo arreglárselas. Yo también pienso en que es algo difícil y que pasó y ya, que estamos juntos... Es lo único que me importa. Pero veo que tu no te conformas con eso. Parece que no te conformes con nada pero tampoco haces nada para arreglarlo. Yo necesito calmarme y disfrutar de Lluna. Lo de ayer me hizo mucho daño y necesito curarme.
Todo acaba siempre igual. Yo y la botella, bajando vertiginosamente. Ella, no lo sé, nunca me he preocupado por saber que hace o qué siente cuando discutimos. Sentado aquí, en el comedor de esta casa de prestado, de fin de semana, con mi vaso en la mano, solo puedo obsesionarme con los latidos que siento en la cabeza. Me siento hinchado, seguro que estoy rojo. Mi mirada, casi perdida, se desvía inconscientemente hacía los cuadernos abiertos que siguen en la mesa desde hace un día. Su presencia me agobia. Necesito salir.
Afuera todo está impregnado de un suave color gris. Las montañas nunca acaban a causa de la niebla que las envuelve y el viento, feroz, no deja nada en su sitio. El pelo de Lluna va hacía la dirección que la fuerte brisa le marca. Le cubre los ojos totalmente, ni rastro de las dos perlas negras. El viento cada vez es más fuerte. Yo, de pie en medio del terreno, botella en mano, soy incapaz de mantener la posición. ¿Es cosa mía o del clima?
⎯ ¡Eres un hijo de la gran puta! ⎯ Chillo al cielo.
En ese preciso instante, mirando hacia arriba con los ojos cerrados, se me empieza a llenar la cara de gotas.
⎯ ¡Ahora me replicas eh! ¡Ja, ja, ja!
La risa de un loco. Mi risa. Más viento. Dolor. Alegría. Clamo al cielo no sé qué y me quedo mirando a Lluna. Pelo negro y largo, salvaje. Ojos negros. Lengua roja. Cuerpo atlético. Larga cola. Mientras la observo, ella me mira, y sigue lloviendo. De golpe caigo al suelo rompiendo la botella sobre mi mano. La sangre cae gota a gota, muy poco a poco, como si tuviese vergüenza de que la mire. Respiro hondo y aprieto las manos contra el suelo. Lágrimas, lluvia, sangre y tierra. Arrodillado, levanto la cabeza y logro entrever a Lluna. Se encuentra entre dos olivos, lengua fuera y aguantándose sobre las patas traseras. Yo nunca he estado en el infierno. Al menos no en el puto lugar descrito como Infierno, mi vida lo ha sido pero no he estado aún. Esa criatura me recordó a algo salido del averno. No lo recuerdo de un sueño, o si, no lo sé. Es como si vinieran a mi mente recuerdos que no son míos. Me duele la cabeza...El viento es cada vez más fuerte y al final de donde llega mi vista se ve una gran tormenta. El dolor hace que caiga al suelo, no me aguanto. Me arrastro agarrándome a la hierba. En mi mente pasa rápidamente la imagen de Lluna erguida, escucho la tormenta, el fuerte viento y una gran carcajada. Logro incorporarme y Lluna ya no está. Pero esta vez es diferente. Esta vez soy yo el que está perdido. Sólo yo.
Todo lo que veo es gris. El cielo. Va ennegreciendo y llenándose de rayos. Ni siquiera escucho los truenos. Me acostumbro al viento. No sé cuánto rato ha pasado. ¿Me he desmayado? Me siento mareado. Lluna posa su cara justo encima de la mía, me da un gran lametón y se va ladrando. Ladra al cielo, estoy seguro de ello. Las nubes empiezan a desaparecer. No puedo aguantar, estoy muy mareado. Cierro los ojos.
6
⎯ ¿Cómo te encuentras?
⎯ Me...Me duele un poco la cabeza. Pero...mejor. Sí, mejor.
⎯ Si no llega a ser por Lluna no se si te hubiese encontrado. Cuando te ví allí tirado, sangrando... No se Charli, no se... Me pregunto ¿que le ha pasado? ¿qué te ha pasado Charli?
⎯ Barb, la perra, la tormenta, no me encuentro bien, pero sé que aquí hay algo.
⎯ Charli, ahora tienes que descansar. Relájate. Ya hablaremos. Algo tiene que cambiar.
⎯ No, no, cariño. Tengo 40 años y no he hecho nada de provecho. No escribo, no pinto, necesito hacer algo digno. No puede acabar así.
⎯ ¿Pero qué dices de acabar? ¡No! No va a acabar nada, no está acabando nada. Lo del bosque te afectó, y llevas ya un tiempo mal pero, no me jodas, no digas eso.
⎯ Yo iba a ser un gran pintor. Un gran artista. El capitalismo me ha ganado.
⎯ Vamos, por favor, déjalo ya. Necesitas descansar, no sabes ni lo que dices. Volveré en un rato.
⎯ Cállate ¡No tienes ni puta idea!
⎯ ¿Como? ¡Cállate tú! Maldito hijo de puta. Siempre te estás quejando, ni en estas circunstancias puedes cerrar esa puta bocaza que tienes. ¿Qué coño pasa contigo? Siempre tenemos la culpa los otros, no se como lo haces pero tu nunca eres el culpable, siempre debe callar el resto, y tú, y tú, tú siempre sigues hablando, impartiendo cátedra, sabes que Charli, estoy hasta el coño de ti.
⎯ No he aprendido a callarme, en 40 años no he aprendido a callarme. Para qué aprender a callarse. No veo una razón lógica para hacerlo. Así he perdido muchas cosas en la vida, pero sí sé que tengo razón ¿porque debería callarme?
⎯ Ni siquiera escuchas. Te has vuelto loco. No quieres hablar con nadie. No nos miramos igual... Sospechas de Lluna, nuestra Lluna. Y todo en pos de tu gran obra, ¡Tu gran obra inexistente! ¡Has superado todas las expectativas y la novela sobre la nada simplemente se ha convertido en nada! Encima te engañas, piensas que esto te hará feliz. Esto no te hará feliz. Si algún día cumples tu sueño, serás la persona más miserable del mundo, y nunca serás feliz. Lo peor de todo es que no has cumplido tu sueño e igualmente eres un infeliz. Eres una desgracia. No eres nadie Charli. Necesito irme de aquí. Me llevo a Lluna.
⎯ Bárbara...
7
No sé cuánto tiempo ha pasado. Aún hay luz del sol, pero o el día está muy gris o esta no durará mucho. Me asomo por la ventana y solo soy capaz de ver una gran tormenta a lo lejos. Como si estuviese parada. Sin ningún tipo de prisa por llegar sobre nuestras cabezas. Sobre mi cabeza. Necesito beber. Siempre que llego a un lugar escondo una botella de emergencia. Debajo del fregadero. Genial. ¿Que coño? A parte de mi botella me encuentro un pájaro muerto. Seguro que ha sido cosa de la perra. La ansiedad vuelve. El dolor en el pecho, leve aún, me avisa de lo que está por venir. Mareos. Corro hacía el baño y ¡joder! Otro pájaro. Yo, arrodillado ante él, lo cojo con las dos manos y lo observo. Está lleno de ceniza. Noto cada trago de saliva, cada respiración, cada latido. Lo dejo donde me lo he encontrado y volviendo al sofá, me tiendo junto a él, en el suelo, y observo lo que más me temo, está lleno de ceniza. Alrededor del sofá, mis manos, mis rodillas y todo yo. Ahora si, respiraciones forzadas, latidos en la cabeza, ojos hacia abajo, cabeza ligeramente de un lado a otro. Más fuerte, cada vez respiro más fuerte, cada vez me cuesta más. Pam y pam y pam. Pam y pam y pam. Y de golpe la ventana se abre, entra el viento y lo revuelve todo. La pila de papel blanco se avalancha sobre mí, mezclado con las cenizas, las hojas pasan rozándome, me cortan. Golpes y más golpes. Las ventanas se rompen. Golpes y ladridos. Muchos ladridos. No puede ser. Lluna se ha ido con Bárbara. Cada vez más fuertes. La tormenta me había engañado, ya está aquí, sobre mi cabeza. No aguanto más. Salgo y veo a Lluna, lejos, delante de un olivo. Riéndose. Riéndose de mí. Y yo, y yo... Debo hacerlo, tengo que volver a ese bosque. Necesito redención. Angustia. Ansiedad. Miedo. Sueños rotos.
8
Reflexionar con uno mismo. Hablar contigo, sí. Estoy seguro que todos lo hacéis, pero nadie se atreve a reconocerlo. Miedo a pensar que estás loco. Deberíamos hacer de ese acto un acto consciente y mostrarlo y enseñarlo a las futuras generaciones como algo normal. Yo no estoy loco, aunque se que pensáis que si. Pero me da igual lo que penséis. Y no estoy loco.
9
Si ella pudo llegar sin nosotros, yo también puedo. Cada vez llueve más, y los ladridos de Lluna no salen de mi cabeza. Truenos, resplandor, más truenos. Ya no noto las gotas sobre mis ropas. Chillo y chillo y maldigo al mundo entero. ¡Sois unos hijo de puta! La naturaleza siempre me ha calmado, pero ahora alimenta mi rabia, mis ansias de venganza. Ahora va en mi contra y ni Dios me para. Ahora sé lo que tengo que hacer y no tengo ni puta idea. Empiezo a correr, no tardo en empezar, caigo en el barro, en el asfalto, me mancho y acabo magullado y ya no me importa nada. Me levanto y vuelvo a caer. Pasan coches que pitan. Ya tengo más enemigos. Siempre he tenido más de 7 millones de enemigos. No sé ni por donde voy, pero sé que llegaré. De golpe se para todo. Oigo un claxon interminable y las luces me ciegan. Cierro los ojos, me tapo la cara con los brazos. Silencio. Justo después vuelvo en mí, escucho un frenazo, abro los ojos. Nadie en la carretera. Solo yo. Yo y toda la mierda que llevo encima. Todo. Y delante mío, a escasos 100 metros, está él. El bosque de cenizas.
Me revuelvo entre las cenizas. ¡ARRRRG! ¡ARRRRGGG! ¡Ya estoy aquí! ¡Vamos! ¡Tenemos una cuenta pendiente! He venido a enfrentarme a tí. Sé que eres como yo. Sé que aquí están mis problemas, mis ansias, mis sueños... ¡Lo sé! Y no estoy loco, no, no lo estoy. ¡Me cago en su puta madre! Ya no veo nada.
⎯ ¿Y tú? ¿Qué haces ahí?
Oigo a alguien correr, revolcarse por el suelo, empaparse de cenizas, dejarse llevar.
⎯ Yo estoy aquí en mi sitio, este es mi lugar. Lo acepté hace ya tiempo.
⎯ No puede ser, es imposible que estés aquí, sal de tu escondite. ¡Vamos! ¡Sal!
⎯ Eres tú el que se esconde. Yo nunca he tenido problema en mostrarme. Es verdad que hace tiempo me costaba pero eso fue hace tiempo. He comprendido que...
Ruidos, más ruidos. Sí, la tormenta, el viento, bla bla bla. A mi no me repliques. Tú eres un intruso, tu eres un chafardero, tu no tienes ningún interés aquí, tú, tú y tú y tú y tú.
Ladridos, ladridos, ladridos. Los rayos de luz lunar iluminan a ratos mi cara. Me acostumbro a la leve oscuridad. Es un espectáculo grotesco.
Si te fijas bien puedes verlo correr de arriba abajo, gritando que no está loco, revolcándose por el barro, cubriéndose de una mezcla de tierra y cenizas, cada vez más animal, menos persona.
¡No puede ser! ¿Dónde está mi ansiedad? Carcajadas y más carcajadas, entre el sarcasmo, la crueldad y la desesperación. Desesperación dice. Esto… Esto no puede acabar aquí, no puede acabar así.
⎯ Por qué no te haces a la idea de una vez amigo, eres ridículo.
⎯ Soy ridículo. No sé ni quién soy.
Ojalá tuviera una soga. Ojalá estuviera ella conmigo. Ojalá nunca hubiese venido.
Aquí encontraré las respuestas.
No se como puede ser.
Tengo la certeza.... Ya no hay ninguna certeza. ¿Qué es lo que me está pasando?
Cosquilleo por todo el cuerpo, mi cuerpo es como si no fuese mío.
Debería matarte. Quiero hacerte daño. Os voy a hacer sufrir a todos.
Todo el cuerpo me quema, ojalá sea así, ojalá acabe como vosotros.
Cenizas. Cenizas. Cenizas.
Epílogo
El aire es fresco. Hace un sol de justicia pero el paseo por el bosque es agradable. Quien diría que este bosque se quemó hace poco. Al menos eso parece por la cantidad de ceniza y los árboles calcinados. Estoy seguro de que serán unas buenas vacaciones. Llevamos ya un buen rato por aquí y no hemos visto ni un alma. Se está muy a gusto. Es pensar eso y veo a una señora mayor a lo lejos.
⎯ Bon dia.
⎯ Bon dia noi, bon dia.
⎯ Disculpe señora ¿que ha pasado en este bosque?
⎯ Hola hijo, ¿no eres de por aquí verdad? Ya se nota. Este bosque se quema cada lustro por el mes de Marzo. Algunos te dirán que está maldito, y yo me lo creo. Aquí no crece la vida, y aún así, lo quemado vuelve a arder siempre. Dicen que un alma en pena recorre la zona. La leyenda se remonta a hace mucho sabéis. Este bosque era famoso por la magia y la espiritualidad de la cual está impregnada y el lugar que el espíritu del bosque un día ocupó, ahora le pertenece a ella. Se dice que es un simple hombre, otros piensan que así es como se nos manifiesta.